Luz de luna

Confesiones y sueños...

miércoles, 31 de octubre de 2012

Los colores del agua...

Por el aeropuerto se veía caminar a una chica, llevaba el cabello suelto formando los rizos que tanto odiaba pero que la hacían verse hermosa, mientras avanzaba entre la gente su mente iba repleta de ideas, no sabía como reaccionaría cuando por fin la viera después de esas semanas de distancia, sus pasos eran apresurados, moría por llegar pero al mismo tiempo sentía ese ligero temblor en las piernas que la hacían dudar de cada paso que daba.
De pronto se escuchó una voz que saco a la joven mujer de sus pensamientos.
-¡Isabel!- dijo- ¡Aquí estamos!
Isabel buscó el origen de la voz y entonces vio a Fernanda la hermana de Julia acompañada de Ana María su madre. Isabel caminó hacia ellas y las saludó, Ana María había llamado a Julia la noche anterior para pedirle que fuera con ellas a recibir a Julia y a Mauricio quienes volvían después de un mes de "luna de miel".
-Creo que el vuelo tiene un retraso- Dijo Ana María
-Sí, ya deberían estar aquí, bueno, espero que no tarden demasiado.- Respondió Fernanda.
-¿Y si nos sentamos?- Ofreció Isabel.
Las tres mujeres caminaron en dirección a la sala de espera, al llegar Isabel se sentó y de pronto su celular sonó "Alex llamando" decía la pantalla, Isabel respondió.

-Hola
-Hola hermosa, ¿Todo bien?- dijo la mujer del otro lado de la línea
-Pues creo que sí.- Respondió Isabel.
-Tranquila, lo peor que puede pasar es que la riegues frente a ella, su marido se dé cuenta y termine divorciada por tu culpa.
-Tu sentido del humor es tan oportuno- dijo Isabel tratando de contener la risa.
-Lo sé, soy increíblemente graciosa.
-¿Algún consejo?- Le preguntó Isabel
-No lo sé corazón, nunca he estado en esa situación, tal vez sólo debas resistir y ya. Si ves que la cosa se pone pesada pues dices que tienes algo que hacer y te vas, no te hagas daño tu sola ¿Ok? Además recuerda que tienes una cita para cenar conmigo esta noche y no puedes dejarme plantada con mi grandiosa cena de microondas.
-Eso no pasará, estaré ahí a las ocho en punto y lo sabes.
-Lo sé hermosa, bueno, sólo quería darte ánimos y que supieras que estoy aquí para ti, te quiero.
-Muchas gracias yo también te quiero, nos vemos en la noche.

Cuando Isabel cortó la llamada sintió la mirada de Ana María fija en ella, con ese brillo extraño que anunciaba estaba a punto de decirle algo sobre su falta de pareja.

-¿Quién es ese tal Alex y por qué vas a cenar con él eh?- Preguntó Ana María con curiosidad
-Un amigo, sólo un amigo- dijo Isabel
-¿Hace cuanto lo conoces? ¿Por qué no nos habías hablado de él?
-Pues lo conozco hace poco
-¿Por qué no lo invitaste a la boda de Julia? Habría sido bueno que fueras acompañada de alguien, tal vez así no te hubieras ido tan temprano de la boda de tu mejor amiga.
-Pero usted sabe que me sentía mal y por eso me retiré.
-No mientas Isa, todos sabemos que te fuiste porque no tenías pareja y se entiende que hayas estado incómoda en la boda de tu mejor amiga estando tú soltera.
- Ohhh ¿Tan obvia fui?- dijo Isabel 
-Un poco, en fin, dime ¿Cuándo lo conociste entonces?
-Pues para serle sincera, lo conocí esa noche.

Al terminar de decir esa frase, Isabel recordó el día de la boda de Julia, lo hermosa que se veía con ese vestido blanco caminando por el pasillo de la iglesia y al mismo tiempo la ligera tristeza que veía en sus ojos cada que sus miradas se cruzaban durante la recepción. Isabel no quiso quedarse en la fiesta pues sentía que su presencia hacia infeliz a la mujer a la que ella amaba y lo último que ella deseaba era eso, así que, inventándose un dolor de cabeza insoportable se fue.
Isabel llegó a su departamento, en cuanto cruzó la puerta se arranco el vestido morado como si la tela le quemara la piel y lloró, lloró como nunca había llorado hasta que el maquillaje que le había costado tanto trabajo soportar se corrió por completo en su rostro.
Y así, en ropa interior y con el maquillaje corrido se tiró a seguir llorando en el sofá, esperando a que el dolor que le estrujaba el corazón se detuviera aunque fuera un poco. En ese momento recostada en el sofá Isabel recordó las noches que le había hecho el amor a Julia ahí mismo, las cenas juntas, los momentos que ese departamento las había visto compartir clandestinamente y entonces sintió que no podía respirar, que las paredes se le iban encima, el departamento de pronto se convirtió en una jaula, Julia no volvería a estar ahí con ella, no volvería a hacerle el amor nunca más. Isabel se levantó, corrió al baño, se lavó la cara, se puso unos jeans, tenis, blusa y sudadera y salió de ahí.
Comenzó a conducir sin dirección, no sabía a donde iba, sólo quería irse lejos de ahí, de sus recuerdos, del fantasma de Julia. Entonces, se detuvo frente a un café de ambiente al que Julia jamás había querido ir por temor a que alguien conocido las viera, ese era el lugar perfecto, ahí no había recuerdos de Julia y ella juntas, no había un pasado y además Isabel tenía hambre puesto que no había comido nada en casi dos días.
Entró, el café estaba casi vacío excepto por una chica que estaba ocupada leyendo un libro. Isabel se sentó y espero a que le llevaran el menú, después de un vistazo pidió enchiladas suizas y una taza de café e intentó comer pero no pudo.
De pronto la chica del libro se levantó de su mesa y caminó en dirección a Isabel.

-Hola, ¿Puedo sentarme contigo?
-¿Perdón?- respondió Isabel
-Que si puedo sentarme contigo tonta- repitió la chica.
-No lo creo, no soy una muy buena compañía ahora.
-Precisamente por eso. ¿Sabes que cuando una persona está deprimida dejarla sola es como orillarla al suicidio? Y bueno, yo no quisiera participar indirectamente en un asesinato.
-Eres graciosa
-Lo sé, la gente dice que soy irresitible. Bueno, no tanto así pero algo, entonces ¿Puedo sentarme o voy de una vez a comprar flores para tu tumba?
-Antes que nada ¿Cómo sabes que estoy deprimida?
-Querida, tienes todas las señales, tus ojos están llorosos, vienes despeinada, pides un cena que no has tocado en más de treinta minutos, definitivamente estás deprimida, es eso o estás enferma y en cualquier momento tendremos que salir corriendo al hospital.
Isabel comenzó a reir y aceptó que la chica extraña se sentara a su lado.
-Y ¿Cómo te llamas?- le preguntó a la chica- El mundo necesita introducciones.
-Alejandra, pero dime Alex.

De pronto la voz de Fernanda saco a Isabel de sus recuerdos:

-¡Ya llegaron!



jueves, 25 de octubre de 2012

Chau número tres...


Te dejo con tu vida 
tu trabajo 
tu gente 
con tus puestas de sol 
y tus amaneceres. 

Sembrando tu confianza 
te dejo junto al mundo 
derrotando imposibles 
segura sin seguro. 

Te dejo frente al mar 
descifrándote sola 
sin mi pregunta a ciegas 
sin mi respuesta rota. 

Te dejo sin mis dudas 
pobres y malheridas 
sin mis inmadureces 
sin mi veteranía. 

Pero tampoco creas 
a pie juntillas todo 
no creas nunca creas 
este falso abandono. 

Estaré donde menos 
lo esperes 
por ejemplo 
en un árbol añoso 
de oscuros cabeceos. 

Estaré en un lejano 
horizonte sin horas 
en la huella del tacto 
en tu sombra y mi sombra. 

Estaré repartido 
en cuatro o cinco pibes 
de esos que vos mirás 
y enseguida te siguen. 

Y ojalá pueda estar 
de tu sueño en la red 
esperando tus ojos 
y mirándote.


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miércoles, 10 de octubre de 2012

Comienzos felices...

-Sólo debes respirar, respira poquito- dijo Elisa tratando de que Isabel se relajara.
-¡¿Respirar?! ¡¿Estás loca?!- vociferó Isabel mientras sentía como el dolor se apoderaba de su espalda.
-Pues con esa actitud no ayudas mujer, de verdad no ayudas.- continuaba diciendo Elisa.
-¡Dame la mano!- gritó Isabel
-¿Qué?- preguntó Elisa que no había podido distinguir lo que pedía Isabel en ese grito.
-¡Que me des tu jodida mano!
Elisa tomo de la mano a Isabel y entonces pudo sentir la fuerza que Isabel tenía escondida, Elisa podía jurar que Isabel estaba a punto de fracturarle algún hueso o algo parecido.
-¡Isabel! ¡Me duele!- dijo Elisa
-¿Y crees que a mi no me duele? Todo esto es tu jodida culpa, tuya y de nadie más ¡Ahhhhh!- Respondió Isabel ahogando su voz en un segundo grito.
Entonces Elisa se quedó en silencio y el único pensamiento que invadía su mente era el recuerdo de aquella mañana en que se despertó y no sintió el cuerpo de su esposa a lado suyo en la cama, se levantó y se dirigió al baño y ahí, con el lápiz labial rosa favorito de Elisa leyó en el espejo un letrero hermoso que decía "Felicidades, vas a ser mamá", Elisa corrió por toda la casa buscando a Isabel y la encontró sentada junto a la barra de la cocina, envuelta en la pijama morada que tanto amaba, sus ojos tenían ese brillo especial que había enamorado a Elisa desde la primera vez que se vieron, y sin más, Elisa abrazó a Isabel y le susurró al oído "Soy la mujer más feliz del mundo"... 
Pero los recuerdos de Elisa se vieron interrumpidos por un grito de Isabel y un nuevo apretón, las contracciones eran cada vez más seguidas.
-Hable con ella señora- dijo una de las enfermeras- así va a relajarla un poco.
-Amor, yo no entiendo el por qué de que digas que es mi culpa- Le dijo Elisa a Isabel haciendo caso a lo que había ordenado la enfermera.
-Pues es tu culpa por ayudarme con esto, por hacerme madre...
Elisa no pudo aguantar y comenzó a reír, no pudo evitar recordar el día que Isabel llegó llorando a casa después de una de las frecuentes peleas con su madre debido a que había exteriorizado su deseo de tener un bebé y como respuesta había recibido un "Vas a arruinarle la vida a ese niño con tu forma de ser y tus gustos" Elisa había tomado a Isabel entre sus brazos y le había dicho "Le vamos a demostrar que no es así..."
Y ese era justo el momento, todo pasó tan rápido, sólo se escuchó un grito en la sala y de pronto todo fue silencio hasta que se vio roto por el llanto de un bebé y la voz de una de las enfermeras "¡Es un niño! ¡Tienen un niño!"
Isabel que siempre había sido sentimental se soltó a llorar a pesar del cansancio que invadía todo su cuerpo y Elisa no pudo hacer nada mas que besar a sus esposa y susurrar a su oído: "Te amo, muchísimas gracias..."
La enfermera colocó al pequeño bebé en los brazos temblorosos de Isabel y Eliza rodeó con sus brazos a las dos personas más importantes del mundo para ella, su esposa y el nuevo amor de su vida... 


domingo, 7 de octubre de 2012

Noches...

Sus miradas se encontraban todo el tiempo, mientras sus cuerpos se conocían, mientras las manos de una tocaban los rincones de la otra...
Y las manos de Aura conocieron la espalda de Sofía, su textura, todas sus formas. Sus labios recorrían aquel cuerpo, probando sus sabores, dulce, salado, dulce otra vez... No había definición para lo que aquellos labios sentían.
Aura continuaba besando cada parte de Sofía, subía y bajaba, no había limites. Sofía acariciaba el cuerpo de Aura, la sentía y de vez en cuando no podía evitar emitir un suspiro... Sofía sentía que todos los movimientos que hacía eran naturales, que ella sabía lo que debía hacer, como debía tocar a Aura, Sofía por primera vez en su vida sólo se dejaba llevar.
Entre besos y caricias poco a poco ambas se encontraron, ambas llegaron a sus centros y entonces el mundo tembló, las dos mujeres se perdieron por un momento en aquel placer desconocido, un instante de gloria.
 Y de pronto hubo calma, Sofía se acomodo en los brazos de Aura y simplemente se dedico a respirar su aroma tratando de calmar su respiración.
-¿Dónde comienzas tú?- Le preguntó Aura.
-En el sitio en el que tú terminas-respondió Sofía.
Lo cierto era, que ninguna de las dos sabía donde comenzaba una y terminaba la otra, se habían fundido en una sola, un cuerpo único, un alma completa.
-¿Crees que fue casualidad?- Preguntó de nuevo, con esa curiosidad tan única en ella.
-No lo sé, sólo entiendo que estoy a tu lado y así soy feliz.- dijo Sofía mientas besaba la frente de Aura y la abrazaba con más fuerza...
Poco a poco ambas se quedaron dormidas, ninguna de las dos pensaba que al día siguiente deberían continuar sus vidas, que deberían separarse por tiempo indefinido. 
Esa noche ambas estaban juntas y todo lo demás no importaba...






sábado, 6 de octubre de 2012

Hoy sentí que te perdía...

Después de esto me he dado cuenta que ya no puedo dejarte ir...

Me di cuenta que la esencia que necesito es la tuya, que los abrazos que me hacen falta son los tuyos.
Entendí que es a ti a quien mi esperé por años, que eres tú la dueña de todos los planes a futuro que pude haber creado en mi mente.
Eres tú quien me hace dormir feliz, eres tú por quien quiero mostrar que lo que realmente soy, lo que realmente puedo dar.
A ti pertenece el cabello que quiero se enrede con el mío, las manos que quiero me toquen todos los días, los besos que deseo sentir en mis labios.
Eres tú con quien quiero huir dentro de dos años, por quien quiero enfrentar las batallas que vengan, los problemas... Y con quien quiero vivir las cosas buenas de la vida, las cosas bellas que valen la pena.
Ya no puedo dejarte ir, ya no lo deseo... 
Me has enseñado lo que es la felicidad al lado de alguien que parece haber sido hecha a la medida exacta para mi, un alguien que me llena no sólo en un sentido físico sino en todos.
Eres la mujer con la que mis días se han hecho más hermosos, aquella de la que puedo decir sus virtudes en menos de cinco minutos y me tardo horas para buscar defectos... Eres esa persona con la quiero compartir mi vida no porque me cumplas mis caprichos cada que hago berrinches, sino porque me has demostrado que puedes estar sin mi, que tu mundo no se detendría si yo me fuera.
Te amo Ana, gracias por esta oportunidad, por intentar construir un futuro a tu lado...



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