3 meses...
Han pasado tres meses desde que te fuiste y la casa aún no se acostumbra a tu ausencia, a ese espacio vacío que dejaste en la mesa, a tu café sin terminar siempre presente, a todos esos hábitos que eran sólo tuyos.
¿Qué puedo contarte? Las cosas no van bien, tus hijos nos odian, han intentado de todo por intimidar y hacerle daño a mi madre incluso ha habido golpes ¿tanto daño les hiciste que guardan tanto resentimiento? Espero que si puedes saber todo lo que pienso, entiendas que a estas alturas del partido algo dentro de mí se ha roto y, lo que sea que dejó liberar, no es bueno, no es un sentimiento que yo conociera hasta hace unos días.
Estuve a punto de golpear a tu nieta, insulté al esposo de tu hija y la insulté a ella también; tú me conocías, sabes que no soy capaz ni de matar a un insecto pero esta vez eso que he reprimido toda la vida salió y no fue bueno.
Aún tengo esa sensación extraña que me está apretando por dentro, es como si hubiera un algo dentro de mí que me presiona el pecho, que hace que tenga ganas no de llorar pero sí de destruir algo, de matar algo.
¿Y la justicia? Dormida. ¿Sabes? Muerto me estás enseñando muchas más cosas de las que me enseñaste en vida, gracia a ti estoy entendiendo el estrago que deja la falta de una persona, la falta de orden, de amor incluso.
Quisiera haber aprendido todo esto de forma diferente, pero me tocó hacerlo así, a la antigüita.
Creo que no tenías ni idea de todo lo que iba a pasar con tu ausencia, creo, que jamás entendiste que tus hijos habían guardado muchos sentimientos y que en su momento debiste hablarlo, resolver esos asuntos incompletos y seguir con tu vida.
Al final, me he dado cuenta que todo lo que haces vivo tiene repercusiones, aún después de que te has marchado de esta tierra.
No sabes cómo quisiera decirles a la cara todo lo que sé, no tienes una mínima idea de las ganas que me dieron de gritarles todos sus errores así como ellos lo hicieron con los tuyos; lo que creo que sí sabes es que yo no soy como ellos, yo no vivo del pasado.
Y aún sabiendo que no soy como ellos, este sentimiento no me abandona, esta sed de que les duela lo mismo que a mí no me deja, algo dentro se soltó y creo que no quiero amarrarlo.
Es como una mancha de tinta negra que se riega sobre un lienzo blanco y se va expandiendo más y más, así me siento. ¿Me estaré volviendo eso que tanto temía?


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