Luz de luna

Confesiones y sueños...

miércoles, 7 de abril de 2010

La ventana

Uno nunca sabe en que momento las cosas pueden ocurrir, nunca nos imaginamos siquiera como alguien puede llegar a mover nuestro mundo, a ponerlo de cabeza ó a ordenarlo como se ordena aquello que sólo era un caos…

Ella era una desafortunada en el amor, ese gran placer le había sido negado desde hacía ya mucho tiempo; decepción tras decepción su corazón se había ido consumiendo, poco a poco muchos de sus sueños se fueron deshaciendo tal y como le ocurre a los castillos de arena cuando la marea crece y los derrumba.

Él tenía una vida un tanto diferente, había amado y sobre todo había sido amado, pero las circunstancias desconocidas por las que actúa el destino lo había despojado de esa persona, de sus caricias, de su respiración que acompañaba en una sintonía magnifica a la suya; y ahora su vida era un caos.

Ambos estaban separados, los caminos de sus vidas no se habían cruzado, ni siquiera tendrían una mínima oportunidad de que aquello pasara ya que vivían en mundos diferentes…

Ella pertenecía a una sociedad atrasada muchos años de la época en la que habitaba él, era una joven mujer de escasos conocimientos, reprimida la mayor parte del tiempo por los tabúes de su familia, sin embargo su espíritu era libre, tenía sueños y grandes aspiraciones, pero le habían herido tanto que su espíritu se encontraba débil y sin ganas de continuar…

Él se encontraba separado de ella de igual manera por la barrera del tiempo, su mundo era completamente distinto, en su mundo las personas se habían vuelto egoístas, se habían olvidado unas de otras y se motivaban simplemente por el hecho de ser mejores sin importarles sobre quien hubieran de pasar, en su mundo habían, muy pocas oportunidades, por no decir que ninguna, de encontrar el amor verdadero.

Pero las cosas cambiarían para ambos…

Él tenía por tarea investigar sobre construcciones antiguas, ya que en su era se le daba importancia a los hechos pasados pues se creía que con ello los errores cometidos antes no volverían a repetirse, y debido a que su labor era la de crear nuevos edificios capaces de permanecer en pie por muchos años mas que lo vestigios de las eras pasadas, el gran consejo decidió enviarlo a viajar a las ruinas de una antigua ciudad. Él iba al viaje no con el afán de criticar el trabajo de los antiguos constructores sino para observar y aprender de ellos lo que el gran consejo no había podido enseñarle, cosas como aprender a construir por gusto y no solo por cumplir con un reglamento, cosas como construir lo que su imaginación le decía y no lo que alguien mas le imponía…

Mientras tanto ella en su mundo estaba harta, por el hecho de ser mujer debía limitarse en muchos aspectos, debía callar sus opiniones y solo exponerlas ante un montón de paja que solía juntar en el granero para alimentar a los caballos de su padre, ella se sabía diferente, no estaba interesada en lo que a cualquier mujer de su edad debía importarle, todas le aconsejaban casarse y portarse como una buena mujer, procrear y ser un ejemplo de esposa, y eso que parecía ser un gran anhelo de las demás mujeres significaba para ella el peor de los castigos que esperaba tardara mucho en ocurrir. A ella le gustaba montar a caballo por las noches, en parte porque para ella la noche significaba libertad y en parte porque era el único momento en que su padre no podía discutirle el que se comportara de esa manera, puesto que por lo regular se encontraba lo bastante ebrio como para no despertar.

Esa noche ella había decidió cabalgar cerca de la iglesia que estaban construyendo a las afueras del pueblo, sin imaginar siquiera lo que le esperaba…

Él había llegado por la tarde a la ciudad que ahora se encontraba deshabitada, había decidió descansar pero una inquietud comenzó a recorrer su cuerpo, una terrible ansiedad se apodero de él y creyó que una caminata nocturna le ayudaría a calmarse. Salió del hotel donde se hospedaban los pocos turistas que iban de paseo y comenzó a caminar rumbo a las ruinas de la antigua iglesia.

Ella bajo del caballo y se acerco a la iglesia, le faltaba mucho por construir, en ese momento los trabajadores solo tenían en pie parte de una pared la cual tenia ya el cuadro abierto que estaría destinado para una ventana, se acerco y le pareció absurdo mirar por una ventana que solo la conduciría hacia el otro lado de una pared, se recargo en el borde de la ventana y comenzó a llorar pensando en lo absurdas que eran sus ideas, en lo tonta que era y en que seria mejor dejar todo atrás…

Él llego a lo que quedaba de aquel templo, se asombro al ver que sobrevivía intacto un paredón y que en el había lo que pudo haber sido en su tiempo un hermoso ventanal, comenzó a acercarse y entonces escucho los sollozos de una mujer... Grande fue su asombro cuando vio que la dueña de los lamentos se encontraba del otro lado de la ventana, lentamente la observo y entonces ella levanto la mirada…

-¿Por qué lloras mujer?- pregunto él

Ella miro al extraño hombre que se encontraba del otro lado de la venta, vio su vestimenta y se dio cuenta que no era como la de los demás hombres, así como su forma tan extraña de hablar y respondió:

-Las lágrimas de una insignificante mujer como yo no deben de ser tema de importancia para un caballero, dejadme en paz ya que lo que me causa este pesar no es de vuestra incumbencia…

Él la miro, sus ojos nunca habían contemplado a una mujer como ella, su ropa parecía sacada de un libro de historia, su forma de hablar era igual de diferente, toda ella para él significaba un misterio, era extraño que una mujer estuviera sola y vestida así en un lugar tan alejado de la metropoli, pero aun mas extraño su renuencia a ser escuchada…

-Perdóname mujer por entrometerme en tus asuntos, pero debo de decirte que me gustaría escucharte y saber que es aquello que causa tu pesar, ya que tengo que confesar que mi gran defecto o en su caso virtud es ser un hombre en extremo curioso.

Ella trato de controlar sus ganas de reír, pero no pudo, aquel hombre había hablado con una simpatía que parecía ser nata y no fingida como la de los demás hombres, su risa estallo y él la miro complacido…

-Ves mujer que bien te ves sonriendo, créeme que si pudieras verte lo sabrías…- dijo él

-¿Por qué no habéis callado mi risa?- pregunto ella

-¿Debería de hacerlo?- respondió él

-Sabéis de sobra que las mujeres no tenemos derecho de reír en publico y menos de un hombre…- dijo ella un poco apenada

-No eso no es así, las mujeres tienen igual o mas derecho de reír que los hombres, sin la risa de la mujer el hombre no podría alegrar sus días…- respondió él

-¿De donde sois vos?- pregunto ella

-De la Metropoli mujer, es el único lugar del que podría venir y tú ¿que haces aquí?- respondió el un poco sorprendido de que ella no supiera de donde podría venir ya que la Metropoli era el único lugar donde se podía vivir.

-Vivo cerca de aquí, en una de las granjas… vengo en ese caballo- dijo ella mientras señalaba al animal- ¿vos queréis montarlo?- pregunto ella

Él se sorprendió demasiado al ver al animal del otro lado de la ventana ya que en su época los animales como aquel estaba extintos y solo lo reconocía por el vago recuerdo de un libro de historia que había leído en el alto consejo. Decidido a tocarlo corrió para rodear el paredón y su sorpresa fue aun mas grande cuando se dio cuenta que del otro lado no había nadie… Asustado corrió de regreso a la ventana y se encontró con la mujer, ella lo miraba sorprendida…

-No te veo… he dado la vuelta y no estas intenta hacerlo tú.- dijo el tratando de controlar su asombro

Ella camino y rodeo la pared, grande fue su sorpresa al ver que él hombre con el que hablaba no estaba del otro lado… Regreso igual que él a la ventana y lo miro del otro lado.

Ambos permanecieron callados mirándose uno al otro… Ninguno de los dos sabía lo que ocurría, ninguno sabía porque podían mirarse por la ventana pero no estaban del otro lado…

-Así que… Dime ¿Que año es?- pregunto él…

Ella comenzó a responder las preguntas que él tenía y a su vez él respondía las de ella, comenzaron a conversar por horas, hablaban de muchas cosas, de los temas del futuro que a ella le interesaban y los temas del pasado que él ansiaba conocer, el tiempo se les iba como agua entre lo dedos; pero el amanecer llego, poco a poco con la luz del sol él dejo de verla y ella dejo de verle… Cuando se dieron cuenta de lo que ocurría decidieron que regresarían en la noche esperando que el milagro se repitiera y así lo hicieron, al anochecer ella regreso y él también y para su sorpresa, pudieron verse de nuevo…

Muchas noches transcurrieron, demasiadas conversaciones, demasiadas emociones, poco a poco comenzaron a crear un lazo que nada podía romper, a lo largo del día ambos se preguntaban que haría el otro, ambos sobrellevaban su existencia con la firme idea de que al anochecer estarían junto a esa persona que los escucharía y ayudaría, poco a poco se fueron enamorando.

Pero las cosas no salieron bien, el alto consejo estaba reclamando que él había dejado de ser productivo y ella se había metido en severos problemas cuando su padre se entero de sus salidas nocturnas ya que ponían en duda su honra...

-¿Qué haremos?- preguntó ella entre lagrimas

-No lo sé, no quiero separarme de ti, pero no puedo tocarte no puedo siquiera besarte, no sé como- dijo él desesperado

-Te he amado desde siempre y te amare por siempre- dijo ella

-¿Te despides de mi?- pregunto él asustado

-Creo que es lo mejor, tú tienes otros deberes, eres de otro mundo y yo tengo los míos ambos sabemos que esto no es posible…- dijo ella mientras se alejaba de la ventana- no volveré así que no regreses. Adiós.

Él aterrado por la idea de perderla se impulso y salto por la ventana pero no salió del lado del que ella estaba. Al darse cuenta de lo que él había hecho ella también saltó…

pd: si les gusto diganlo... si no también. ¿Quien lo inspiro? fácil: la persona que me ha robado el sueño... pero a la cual tengo que dejar (para poder volver a dormir...)

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